Por Chema Sánchez Alcón
Expreso, nada más empezar este post, mi agradecimiento al I Encuentro Iberoamericano de Profesores de Humanidades por incluir entre sus ponencias una que relaciona la filosofía y el filosofar con las cuestiones relacionadas con la exclusión social y cognitiva de algunas personas y colectivos. Presento en este post brevemente esta aportación que denominamos “enfoque Pensamiento Libre”.
El “enfoque Pensamiento Libre” no es una terapia psicológica, no es un tratamiento médico, no es un modelo de análisis sociológico. Es un “plan” de resistencia y a la vez de florecimiento humano en el cual la filosofía y, en concreto, la epistemología tienen un papel relevante.
El “enfoque Pensamiento Libre” es un plan de resistencia epistémica cuya base es la creación de zonas liberadas del imperio de lo cognitivo que, desde ese mismo territorio fronterizo, genere conocimiento y considere a las personas, con o sin limitaciones, como seres libres y pensantes. He aquí la resistencia.
Le damos el apelativo de “epistémica” porque nuestro enfoque no se centra directamente en la integración social o en la inclusión educativa (aunque indirectamente las aborde), sino en la forma de evitar la exclusión epistémica de personas con fracturas cognitivas reales que, a la vez, quieren apropiarse de sus propios procesos cognitivos, de sus dificultades y de su vulnerabilidad para seguir siendo agentes de conocimiento.
El “enfoque Pensamiento Libre” es, sobre todo, un plan de florecimiento humano porque no solo quiere resistir sino florecer y para ello es necesario descubrir que las mentes fronterizas son seres llenos de posibilidades y de igualibertad, es decir, poseen capabilities y decisiones propias que deberán ser tenidas en cuenta para evitar esa injusticia epistémica antes referida.
Este enfoque va acompañado de una metodología pedagógica que consiste en la puesta en marcha de “talleres” y de “escuelas” de Pensamiento Libre, zonas liberadas, en las cuales las personas con fracturas cognitivas y personas normativas crean experiencias de conocimiento, de pensamiento y de libertad. El resultado de todo esto es un particular enfoque de la “ventaja” epistémica sin renunciar a la desventaja cognitiva inicial y sin sublimarla como una forma de “diversidad” o como una barrera social.
Luis ha sido diagnosticado como “trastorno límite de personalidad”; Laia tiene “parálisis cerebral” (como si el cerebro pudiera estar paralizado); Alberto se encuentra en un estadio intermedio de su “enfermedad de Parkinson”; Carlos tiene una discapacidad intelectual con una inteligencia-límite; Oriol es una persona mayor en una etapa intermedia de su “demencia senil”; Marcos tiene el diagnostico de TEA y su “autismo” la sitúa en un espectro lleno de posibilidades; o Ximo, carente de diagnóstico, pero que es, a su manera, un precario cognitivo porque apenas entiende lo que lee y está perdido en el mundo de las nuevas tecnologías.
Cada una de estas personas pertenecen a un “colectivo” que tiene sus propios códigos, claves y formas de intervención. Cada uno de estos colectivos tiene sus propios procesos de diagnóstico médico y sus tratamiento psicológicos. Todos ellos, sin embargo, desde nuestro enfoque, comparten una desventaja: su desventaja cognitiva.
En esa intersección donde se encuentran diferentes colectivos de personas en situación de vulnerabilidad epistémica es donde consideramos que debe ponerse en marcha un enfoque epistemológico que, en colaboración con otros especialistas, médicos, psiquiatras, psicólogos, utilice una metodología filosófica inspirada en la tradición lipmaniana para abordar determinadas situaciones vitales a las cuales no llegan las terapias.
A estas desventajas también las denominamos como fracturas cognitivas y consideramos que deben ser el punto de partida de nuestro enfoque. Las fracturas cognitivas, según los modelos imperantes (médicos, psicológicos o sociológicos) son deterioros neurológicos, demencias, trastornos o discapacidades.
Importante: el hecho de utilizar estas nuevas expresiones no busca sustituir a las anteriores sino analizar estas realidades desde otro punto de vista complementario. En este sentido, defendemos la necesidad de la interdisciplinariedad y el diálogo entre saberes, el saber médico, el saber psicológico, el saber sociológico pero también el saber filosófico.
Deseando lo mejor para este primer encuentro, animo a todos esos “activistas filosóficos” que sigan estas sesiones donde seguro que realizaremos grandes descubrimientos.