En una nota, la Comisión de Educación de la Red Española de Filosofía, que integra a los decanatos de las Facultades de Filosofía, al Instituto de Filosofía del CSIC, y a casi cincuenta asociaciones de todo el país, expresa además su preocupación ante «el grado de opacidad» con la que se está definiendo la EBAU.
El cuestionamiento de este colectivo se produce pocos días después de que la Real Academia Española (RAE) también censurara el nuevo modelo en el que están trabajando Educación, universidades, comunidades autónomas y grupos de expertos. A juicio de la REF, hay «riesgo de disolución» de los contenidos y competencias de la Filosofía «en una prueba indiferenciada de madurez en la que, según los documentos de trabajo del ministerio, las preguntas van a ser, en su mayor parte, de respuesta cerrada (tipo test) o semiconstruida (completar frases y similares), y las cuestiones «de desarrollo» de una extensión prevista menor de 150 palabras, claramente inapropiada e insuficiente para demostrar el dominio» de la materia.
En general, y siendo la Filosofía una disciplina troncal en todo el Bachillerato, los filósofos consideran que esta debería tener un papel decisivo en la EBAU, papel que «habría de determinarse y articularse contando con los profesionales y docentes de la materia», recalca el comunicado. «De ahí nuestra inquietud y decepción por la falta de comunicación y cooperación por parte del ministerio con los profesores y profesionales de la filosofía, que no ha sido convocado ni consultado en ningún momento para opinar y asesorar con respecto al lugar que ha de tener la materia de Filosofía en la nueva EBAU, tanto en la fase transitoria de su implantación como en el modelo definitivo de la prueba».
El pasado día 18, la RAE consideró que el nuevo modelo de pruebas de acceso a la universidad planteada por Educación reduce los contenidos de lengua y literatura que los estudiantes deben dominar. El Pleno de la Academia de la Lengua se pronunció sobre este asunto después de que un grupo de coordinadores de la antigua selectividad de varias comunidades autónomas trasladara a la institución su malestar por esta propuesta, que está en proceso de consulta y cuya fórmula final se conocerá en torno a la próxima primavera.
Según Educación, la fórmula que finalmente se acuerde se aplicará como prueba piloto en algunas comunidades –aún por determinar– a finales del curso 2022-23 y se implantará a partir de 2024. El Ministerio de Pilar Alegría propone que la nueva EBAU tenga menos exámenes, en concreto que pase de cuatro a dos, y que incluya una prueba de madurez académica que tenga un peso 75% del total.
Días después de la crítica de la RAE, Educación aseguró que las lenguas tendrán una presencia «crucial» en la antigua selectividad, porque están en la base de muchas de las competencias que se quieren evaluar. En palabras del secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar, aún no existe ningún documento oficial con la fórmula final de la nueva EBAU y se escucharán todas las opiniones, «críticas y no críticas».
El ministro de Universidades, Joan Subirats, cree que «antes de final de año» estará concluido el borrador de la nueva prueba de acceso a la universidad, la EVAU, dependiente del ministerio de Educación, para que pueda ser «discutido» antes de su aplicación en 2024. Subirats ha recordado, en declaraciones a los medios en Zaragoza, que la nueva prueba, cuyos planteamientos han generado críticas, está «en proceso de elaboración y discusión», con «muchos componentes» que se tienen que «calibrar» con la voluntad de actualizarla dado que se entiende que «no funcionaba como debía». Y ha dicho tanto el su Ministerio como la Conferencia de Rectores de las Universidades Española (CRUE) siguen de cerca este proceso para la nueva EVAU.
«Hay tiempo por delante», ha ahondado el ministro preguntado por esta cuestión. A su juicio, los dos «grandes temas» son la acreditación de que una persona ya tiene «la madurez necesaria» para poder entrar en el sistema universitario, que sería una parte de la prueba que se perfila, y la otra todo lo vinculado al acceso concreto a las distintas titulaciones que hay en la universidad. «Creo que son los dos componentes básicos» y, al mismo tiempo, garantizar que se pueda «mantener un equilibrio» entre que la prueba sea equitativa en toda España y al mismo tiempo permita reconocer los elementos de diversidad que el propio sistema tiene.